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Cantos de Sirena

Cantos de Sirena

Se sentó allí, sobre la roca desnuda, y así estuvo lago rato.  

La gente comenzó a, por curiosidad, acercarse para ver quién era aquella persona y qué hacía allí sentada.

Poco a poco, la explanada se fue llenando de curiosos que esperaban conocer el motivo de esa reunión espontánea de gente alrededor de ese personaje. Y comenzó a hablar. Y sus palabras lo llenaban todo y los oídos de los presentes se endulzaban, y en ellos sólo entraba todo aquello que sus dueños deseaban oír. Y la alegría y la euforia les desbordaban, les rebosaban. Se sentían invencibles, comprendidos por aquella persona que les daba todo aquello que ellos necesitaban sentir.  

Y se levantó de la roca, y pidió a todos que le siguieran. Y todos le siguieron.

Cruzó la espesura de la selva, tan frondosa y tan verde que, con sus ramas y sus hojas,  desgarraba a su paso todas las pieles desnudas de quienes la cruzaban siguiéndolo a él. Pero a ninguno les importaba porque seguían los pasos que él marcaba.  

A lo lejos (o no tan lejos) se oía un murmullo intenso, cada vez más cercano. Era el agua fluyendo con devastadora fuerza. El agua de la catarata que formaba aquel río tan copioso.  Y ellos le seguían, sin importarles lo cerca que estaban del borde.  

De repente, él se desvaneció, como el rocío de la mañana bajo el sol. Se evaporó sin más. Y allí quedó la multitud, perpleja y sin poder detener sus pasos, cayendo irremediablemente al fondo de la turbulenta masa de agua que rugía feroz unos metros más abajo.  

Todos cayeron. Todos menos uno. Alguien a quien las palabras de él no lo llenaban, no endulzaban sus oídos. Alguien que prefirió oír otras palabras. Alguien a quien todos los que ahora perecían ahogados bajo la fuerza del agua, insultaron y despreciaron por no seguirles.  

Y allí se quedó, sólo, sentado en la explanada. Escuchando los lamentos y los gritos de los otros.  

G  

P.D.: Dedicado a todos aquellos que asistieron a la manifestación del sábado en Madrid. Pero sobre todo, a quienes no asistieron.

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