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ANDANZAS

ANDANZAS

Podría contaros el motivo de todo este tiempo de parón, pero es una larga historia relacionada con algo que, en esta sociedad en la que vivimos, se está enquistando de manera increíble en nuestro sistema personal, laboral, "profesional", o como queráis verlo. Me refiero al todo vale y a la Ley Universal del Mínimo Esfuerzo, que aún no tiene autoría conocida pero que, entre todos, nos encargamos de darle unos retoques para dejarla niquelada.

Es muy triste pensar que la ética en el trabajo se va perdiendo, como en tantos otros niveles de la vida, y que las consecuencias de este hecho las debemos pagar y asumir entre todos. Hoy día es más sorprendente encontrarte con alguien que se preocupa de hacer bien su trabajo y que, para colmo, es amable, que encontrarte a toda esa chusma que ejercita la anterior Ley mencionada, a diario, sin escrúpulos y con total descaro, sin tapujos.

Lo tenemos en todas partes: organismos oficiales o privados, servicios de atención al cliente (¿¿¿habéis intentado daros de baja de algo con algún operador, ya sea móvil, Internet...???), comercios, televisión, clase política... Y no hacemos nada, la verdad.

Como muestra, un botón: Metro de Madrid, 8 de la mañana de un lunes cualquiera. Vagón de metro atestado de gente. Algunos han tenido suerte y han podido coger sitio para dormir, leer, escuchar música o lo que quieran hacer. Ella no. Está embarazada de 6 meses, aunque, quién no diría que, quizás, pueda estar algo rellenita. Tiene que ir hasta la otra punta de Madrid, está cansada, le duele la espalda y muchas partes de su cuerpo que, antes del embarazo, ni sospechaba que pudieran doler. Lleva más de cuatro paradas de pie, aguantando empujones, pisotones... Nadie se levanta de su asiento para cedérselo. Se esconden detrás de un libro, del sueño o de unos cascos con música de fondo. Un señor despierta a una chica: "¿¿te importaría cederle el asiento a esa señora embarazada??". La chica se levanta (o no) entre molesta y abochornada (más lo primero que lo segundo). Nuestra pasajera se sienta por fin.

Y yo me pregunto: ¿era necesario que alguien pidiera por ella que le cedieran un asiento? Creo que la respuesta es clara si apelamos a la ética o al sentido común, que es llamado así por la presuposición de que hay algo, valores éticos o conducta repetida, en todos nosotros que se repite ante determinados estímulos. Pero parece que, en los tiempos en que estamos, algo hemos perdido por el camino.

Del mismo modo ocurre con la entrega de una casa, un servicio que no es dado según los términos establecidos, una atención desganada y maleducada en un establecimiento... ¿Qué nos pasa? ¿Sólo nos preocupa el Cambio Climático? ¿La sequía? ¿Y los valores morales que se desgastan? ¿Hay que sustituirlos por otros o mantenerlos y recuperarlos?

¿Tú qué opinas?

 

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