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Nada

Nada

Y así es. Nada nuevo que añadir a la ola de pesimismo con la que comencé a elaborar el blog. Nada diferente al sentimiento de hastío, cansancio, desilusión, frustración y falta de credibilidad en la realidad que nos toca vivir y en todos aquellos que, de una manera u otra, se permiten el lujo de manipular a su antojo, sin reparar en el impacto que van a provocar en las vidas anónimas de cada uno de los que formamos este conglomerado de historias, a cual más oscura.

Ya corrían tiempos difíciles desde la última entrada, pero, ahora... ahora no se ve la luz al final del túnel. Principalmente, porque no tenemos confianza en todos aquellos que dirigen nuestro tren. Esta clase política que nos gobierna, en el sentido más literal de la palabra, ya que, nuestro único derecho real, es elegirles o no. En las decisiones que toman no pintamos nada, por lo que, NADA podremos hacer más que esperar a que se gaste la mecha del muñeco elegido y poner otro en su lugar (la alternativa todavía asusta mucho más). 

Lo peor no es sentirte desamparado, no. Lo peor es sentir que esta sensación aún puede ir a peor. Aún puede venir alguien y terminar de cagarla del todo, y la probabilidad de que algo así ocurra es elevada, teniendo en cuenta los criterios con los que se maneja esta sociedad, avocad a ser una basura de sí misma, basada en el desperdicio de lo recién adquirido, generando nuevas necesidades cada vez, consumiendo ideas, objetos, personas y pensamientos como el personaje devorador de mundos de los cómics, que nunca puede parar su hambre insaciable, arrasando con todo lo que en ellos habita. Así somos en esta sociedad capitalista, que, para bien o para mal, acaba ciclo (ya empezará otro donde se repitan de nuevo los mismos errores del pasada, tranquilos), llevándose a mil anónimos por delante, con la hipocresía, la desfachatez y la ignorancia por bandera y estandarte de su legado. 

 

Hay días que es mejor no retomar la escritura. Todo queda muy negro (fundido en negro)


AQUÍ Y AHORA

AQUÍ Y AHORA

 

Poco que aportar esta vez. Tan sólo lo que aquí y ahora aparezca en este texto improvisado y motivado únicamente por las ganas de sacar cosas, de no dejarlas dentro, que luego pasa lo que pasa… 

Demasiadas emociones de diferente naturaleza pueden volverte un poco loco cuando todas acontecen a la vez, sin dejarte apenas tiempo de percatarte de la que tienes encima cuando ya llega otra. De la alegría pasamos al llanto, dejando a un lado la tensión, la emoción y el desespero. 

Terminas de digerir todo como puedes y, cuando te das cuenta, piensas en los contrasentidos en los que caemos y que nos aportan las vidas que llevamos. Pasamos de tener enfrente a alguien con el que nos separa una distancia cada vez mayor, a esperar a alguien tan lejos aún en el tiempo que sólo podemos asomarnos por una ventanita para intuir su llegada. Ambas situaciones condimentadas, la primera con mucha tristeza y, opuestamente, una inmensa emoción con la segunda. 

La naturaleza humana, que es así de lista, y nos sube en su montaña rusa de sensaciones y sentimientos, y que nosotros nos encargamos de poner en marcha, complicándonos al máximo la facilidad de empezar un día con una sonrisa plena y acabarlo con la satisfacción y el confort de no dormir sólo (ahora más acompañado). Ni sabemos ni queremos aprender a ser felices de manera constante, a base de disfrutar de todas las cosas que damos por hechas y que imaginamos imperecederas. Todas esas cosas están ancladas en humo, por lo que depende de nosotros que se fijen bien, que no se suelten. Todo a base de desearlas cada día como el último, de saber apreciarlas en su verdadera dimensión, en no desaprovechar la oportunidad de sentir a cada persona, cada momento, como si no hubiese más, que es como deberíamos vivir la vida en algún momento de ella, para saber todo lo que nos estamos perdiendo. 

En el aquí y ahora sólo está la vida que pasa entre medias y nos saluda, diciéndonos lo estúpidos que somos por nos haberla visto antes.

 

"Borreguito" como tú...

"Borreguito" como tú...

Pues mira tú por dónde, nos hemos inscrito en el concurso de blogs de 20Minutos, el diario gratuito. La verdad es que no espero nada, salvo que se dé a conocer algo más este espacio, si fuera posible con ello.

Pasan los días, y la rutina me sigue engullendo. Qué le vamos a hacer… He comprobado que Madrid puede ser todo lo que quiera; abierta, alegre, ruidosa, estresante, con multitud de ofertas de todo tipo, puede albergar lugares fantásticos donde perderse… pero no vale para que llueva, y mucho menos, para que diluvie como el lunes pasado (día 22/10/08).

Siempre he pensado que, en cuanto caen cuatro gotas, nos volvemos comodones, cogemos el coche, porque no nos queremos mojar, y nos transformamos en imbéciles hasta límites que no conocíamos. Vamos atropellados a todas partes, como si la lluvia nos diluyera el cerebro con su agua, perdiendo la facultad de pensar, si es que la hemos tenido en algún momento. ¿Por qué somos tan borregos?

Este fenómeno del borreguismo lo tenemos a patadas en el día a día de cada uno. No hace falta mas que mirar las caras de todos los que viajan en Metro por la mañana para dirigirse a su trabajo, como autómatas, con unas legañas que provocarían arañazos, la motivación por los suelos y la personalidad en la cama, durmiendo.  O bien, en caso de ocurrir un accidente, como el que presenciamos en el día de ayer en mi calle: un chico decidió que para él y su coche no iban los límites de velocidad ni las leyes de la física que lo echaron fuera cuando tomó la curva a toda leche, sin cinturón, e iba directo a rematar con su cabeza vacía (digo vacía porque el cerebro, para hacer eso, se lo tuvo que dejar en otro lado) contra el cristal de su coche.

De regalo, colisionó con otros dos coches, dejándolos bien ordenaditos uno sobre otro, para quedarse en mitad de la calle, sin poder moverse pero, afortunadamente, consciente y vivo.

Enseguida empezamos a aparecer los mirones. Y me incluyo aunque el motivo de aparecer en tal escena se debió a mi voluntad de prestar ayuda si alguien la necesitaba.

Hablé con el chico, para mantenerlo despierto. No sabía si tenía algo roto, aunque lo que era seguro es que no sangraba. Una chica apareció diciendo que era enfermera, y pretendía mover al accidentado para colocarlo en una mejor posición ya que se quejaba del cuello y la espalda. Me pidió ayuda, aunque yo le insistí en que esperara a que llegar la ambulancia.

Entre medias de todo esto, la multitud arremolinada, sacando fotos y grabando con el móvil. Seguro que ya está en Youtube. Para unos chavales sí que resultaba divertido todo aquello. Daba la casualidad de que tenían el cerebro al lado, en el mismo lugar que el del chico que conducía.

Y es que, nos va el morbo. Nos acercamos por el morbillo de ver lo que pasa, de ver si hay sangre, y luego fingimos que nos impacta, a pesar de ver mil burradas a diario en la tele. La doble moral a la orden del día.

En fin, qué cosa más extraña es esto del borreguismo.

 

A long time ago...

A long time ago...

Hacía muchos meses que no reflejaba nada en el blog. Entre medias, muchísimas cosas, aunque lo más destacable es, como siempre, nuestra querida monotonía.

Dicen los expertos que es necesaria para desarrollar nuestra actividad diaria, que sin ella estaríamos sobrexpuestos a un sin fin de sensaciones que podrían alterar negativamente nuestro organismo... Yo casi lo preferiría. Vivir en el famoso día de la Marmota (ya comentado aquí) no es demasiado agradable.

Esta sociedad nos hace vivir deprisa (live fast, die young...)y no nos deja degustar los buenos momentos que hemos vivido.

Por contra, las malas sensaciones pasan mejor, casi sin querer. Nos damos cuenta, echando la vista atrás, que hace ya un año, o dos, que nos dejó fulanito, que estuvimos de viaje en... o que nuestro décimo aniversario de algo nos está esperando a la vuelta de la esquina. Y entre medias, la vida. Que se nos escapa sin querer darnos cuenta, esperando ansiadamente el fin de semana, que nos saque de la odiada rutina, para volvernos locos, o tranquilizarnos, o descansar, o vivir a tope esas 48h de la semana que no son, eso, rutina (qué mala eres!)

Este post de hoy está dedicado a una persona que conocí hace una año (un año!) y que espero que el día de hoy sea la próxima fecha de aniversario de un mal recuerdo que quedó atrás. Ánimo.

 

 

TIENE QUE HABER DE TODO...

TIENE QUE HABER DE TODO...

Me viene a la cabeza comentarios de mi mitad sobre conocidos con los que comparte unas cuantas horas de su tiempo de los que tiene que soportar opiniones que, en muchas ocasiones, además de ofensivas, podrían provocar en algunos, reacciones insospechadas.

No voy a especificar qué tipo de opiniones, dado que, para gustos, los colores, pero se me plantea una duda que me deja un poco inquieto: ¿la libertad de expresión tiene límites? ¿Puede todo el mundo expresarse libremente independientemente del tipo de comentario que haga? En un principio, la respuesta sería un absoluto SÍ, aunque, ahondando un poco más en la historia, determinadas libertades deberían exigir un mínimo de sentido común (en otro post ya he mencionado algo sobre tal preciado don que pocos humanos poseen).

Me refiero a que, efectivamente, todos podemos expresar libremente (gracias, democracia) lo que queramos, pero da la sensación de que esta libertad está un poco sobrevalorada, llegando a caer justo en el otro lado, perdiendo su verdadero valor como tal.

Todos emitimos juicios de valor sobre casi todo lo que nos rodea, y no menos sobre quien nos rodea, aludiendo siempre a nuestra libertad de expresión. Pero no nos paramos a pensar en las consecuencias de nuestras opiniones y mucho menos en nuestra infinita capacidad para ofender a esos que nos rodean en esas situaciones. ¿Se puede justificar todo aludiendo a la libertad de expresión? ¿Puede alguien hacer un comentario racista, sexista, homófobo o de cualquier otra índole, respaldado por esa libertad de expresión? A mi parecer, creo que no, pero ya tengo mis dudas, las cuales me las generan cosas como las palabras de Aznar, el cual ha quedado impune tras su mandato y después de haber provocado, con sus actos, uno de los peores atentados en la historia de España, o las de su amigo Bush, ambos aludiendo a la buena idea que tuvieron hace cinco años invadiendo Irak, con todo lo que ello ha conllevado.

Realmente me quedo perplejo ante la tranquilidad con la que lo dicen, sabiéndose completamente a salvo de cualquier posibilidad de asumir sus errores con condenas inculpatorias, jugando con las vidas de las personas y de sus familias como si tal cosa, aludiendo "daños necesarios". Es sorprendente que todo esto esté pasando a nuestro alrededor y que todos nos quedemos tan tranquilos, preocupándonos de nuestras vacaciones, que nos tenemos merecidas y que esperamos que ningún gilipollas nos las joda por que, en su libertad de hacer imprudencias, pueda convertirnos en un ramo de flores en algún punto kilométrico de cualquier carretera.

Como bien decía, tiene que haber de todo, hasta ex Ministros de Defensa que escurren el bulto de sus responsabilidades. Verdad, Sr. Trillo?

Dilemas

Dilemas

Toda una semana entre el anterior post y el que ahora escribo. Entre medias, Goear.com se ha caído y aún no lo han levantado, por lo que notaréis que el audio del blog no furula, un segundo debate entre los dos tíos más pesados a día de hoy del panorama nacional (menos mal que me quedé frito en el sofá), mucha mierda acumulada en el trabajo, con la mesa que no se sabe de qué color es la madera, llena de papeles, y el grado de quemazón in crescendo, para rematar, hoy, los descerebrados de siempre, han querido demostrarnos a todos cuál es su forma de pensar matando a un concejal en Euskadi, de la manera más vil y mezquina.

Habrá algún zumbado por ahí que todavía se le ocurra hacer similitudes entre las anteriores elecciones y estas. Tan tonto como el borracho al que casi atropello llegando a casa, que, además de inconsciente, no conocía palabras más allá de hijo de puta o maricón. Y lo peor es que me rebajo a su altura (cachis!) para insultarle también. Qué poco listo soy, madre mía! Menos mal que, en la pareja, mi mitad suple bastante mis carencias.

En fin, que a veces uno tiene la sensación de vivir en el Día de la Marmota, como en la peli de Atrapado en el Tiempo , y que nada cambia, que cada día es una repetición exacta del anterior, y no digo en forma, sino en fondo. Y eso cansa, pero es a lo que estamos avocados en esta sociedad. A vivir con la inquietante sensación de un cambio en nuestra vida, algo que nos lleve algo más lejos del paisaje habitual que vemos a menudo.

Y entre tanto dilema existencial, aparece otro no menos profundo: ¿moralidad o pragmatismo ? ¿Hacer lo que nuestros ideales nos dicen o lo que mayor beneficio nos reporte? Me surge esta disyuntiva por un caso que, como ejemplo, no está mal, aunque, de cotidiano que es, pueda parecer absurdo: ¿exijo que no me cobren un recibo que considero injusto (los hechos acaecidos son lejanos y extensos, por lo que no vienen al caso) por parte de una operadora de ADSL, o les pago y evito que me metan en una lista de morosos con los posibles futuros problemas que eso me reporte? ¿Dejo que se salgan con la suya y se enriquezcan a mi costa a pesar de lo injusto del trato o me evito problemas, pago (una cantidad ridícula, por cierto) y olvido mis convicciones morales?

Y tú, ¿por cuál te decantas?

DISTANCIA

Dice la RAE que es el espacio o intervalo de lugar o de tiempo que media entre dos cosas o sucesos, o bien, el alejamiento, desvío, desafecto entre personas. Es curioso que, algo físico, palpable, empírico, lo apliquemos de manera abstracta a las relaciones personales. Y que sea tan determinante.

Este concepto se puede aplicar en mil situaciones y aspectos cotidianos, como las distancias ideológicas, de perspectiva ante una misma situación, distancia emocional, donde dos personas se encuentran en puntos diferentes no concurrentes... Lo que yo me planteo es: ¿es posible vivir en la distancia la cercanía? Y al revés, ¿es posible vivir cercano a alguien y pensar que existe un espacio o intervalo de lugar que provoca el alejamiento, el desvío y, peor aún, el desafecto entre personas?

Sí, ya sé, esto suena a comedura de tarro metafísica total. Me ha parecido ocurrente y curioso empezar por el significado semántico de esta palabra para orientar el asunto de hoy en las relaciones personales, dado que, aunque nos pese, somos animales sociales que establecemos esa distancia.

Y ¿por qué la establecemos? En muchas ocasiones, ni nos damos cuenta de que lo hacemos. Creo que ahí entra nuestra parte subconsciente, que nos hace actuar de determinadas maneras y variar nuestro comportamiento siguiendo algún tipo de instinto. Para mí, el problema del instinto es que no se puede racionalizar, está ahí y funciona así, ya está. Acto de fe, a lo Santo Tomás. Pero, ya sea de una manera o de otra, el caso es que intentamos siempre rodearnos de distancia con los demás, quizás para proteger nuestro propio espacio personal, para movernos en intimidad y tranquilidad.

Lo hacemos con los amigos, con nuestros familiares, con los compañeros del trabajo. En cada momento, sin darnos cuenta. Y después nos pasamos la vida preguntando qué nos ha llevado a que haya tanta distancia entre nosotros, o cómo han cambiado las cosas para que exista ese espacio que nos separa y que, en muchas ocasiones, dejaremos que esté, sencillamente, ahí, y en otras, nos pasaremos la vida buscando los medios para reducirla a la mínima expresión, pudiendo llegar a dejar sin aire en el camino.

En fin, que somos un contrasentido con patas, y en nuestra esencia está destruirnos como especie, imponernos a los otros, predominar y crear un mundo de distancias que nos separen de los demás, hasta que, cuando ya estamos solos, es demasiado espacio el que tenemos que recorrer para volver, y muy poco el tiempo que nos queda para ello.

ANDANZAS

ANDANZAS

Podría contaros el motivo de todo este tiempo de parón, pero es una larga historia relacionada con algo que, en esta sociedad en la que vivimos, se está enquistando de manera increíble en nuestro sistema personal, laboral, "profesional", o como queráis verlo. Me refiero al todo vale y a la Ley Universal del Mínimo Esfuerzo, que aún no tiene autoría conocida pero que, entre todos, nos encargamos de darle unos retoques para dejarla niquelada.

Es muy triste pensar que la ética en el trabajo se va perdiendo, como en tantos otros niveles de la vida, y que las consecuencias de este hecho las debemos pagar y asumir entre todos. Hoy día es más sorprendente encontrarte con alguien que se preocupa de hacer bien su trabajo y que, para colmo, es amable, que encontrarte a toda esa chusma que ejercita la anterior Ley mencionada, a diario, sin escrúpulos y con total descaro, sin tapujos.

Lo tenemos en todas partes: organismos oficiales o privados, servicios de atención al cliente (¿¿¿habéis intentado daros de baja de algo con algún operador, ya sea móvil, Internet...???), comercios, televisión, clase política... Y no hacemos nada, la verdad.

Como muestra, un botón: Metro de Madrid, 8 de la mañana de un lunes cualquiera. Vagón de metro atestado de gente. Algunos han tenido suerte y han podido coger sitio para dormir, leer, escuchar música o lo que quieran hacer. Ella no. Está embarazada de 6 meses, aunque, quién no diría que, quizás, pueda estar algo rellenita. Tiene que ir hasta la otra punta de Madrid, está cansada, le duele la espalda y muchas partes de su cuerpo que, antes del embarazo, ni sospechaba que pudieran doler. Lleva más de cuatro paradas de pie, aguantando empujones, pisotones... Nadie se levanta de su asiento para cedérselo. Se esconden detrás de un libro, del sueño o de unos cascos con música de fondo. Un señor despierta a una chica: "¿¿te importaría cederle el asiento a esa señora embarazada??". La chica se levanta (o no) entre molesta y abochornada (más lo primero que lo segundo). Nuestra pasajera se sienta por fin.

Y yo me pregunto: ¿era necesario que alguien pidiera por ella que le cedieran un asiento? Creo que la respuesta es clara si apelamos a la ética o al sentido común, que es llamado así por la presuposición de que hay algo, valores éticos o conducta repetida, en todos nosotros que se repite ante determinados estímulos. Pero parece que, en los tiempos en que estamos, algo hemos perdido por el camino.

Del mismo modo ocurre con la entrega de una casa, un servicio que no es dado según los términos establecidos, una atención desganada y maleducada en un establecimiento... ¿Qué nos pasa? ¿Sólo nos preocupa el Cambio Climático? ¿La sequía? ¿Y los valores morales que se desgastan? ¿Hay que sustituirlos por otros o mantenerlos y recuperarlos?

¿Tú qué opinas?

 

Política todo a 100

Política todo a 100

¿Por qué dedicamos 10.000mill.€ en Defensa (ver apartado de Defensa, pag.119 final) para 2008 frente a los 7100 mill.€ que dedicamos en 2007 a Asuntos Sociales? ¿Por qué una guardería cuesta 500€(o más) y nadie se plantea conciliar vida familiar y profesional? ¿Por qué los abuelos se tienen que hacer cargo de los nietos mientras los padres trabajan? ¿Por qué mis impuestos no se gestionan mejor para conseguir mayor Ayuda Social del Estado? ¿Por qué vendo y compro más armas que Escuelas o viviendas de bajo coste creo? ¿Por qué un bebé de 4 meses debe pasar 10, o más, horas en manos de una persona que no conozco? ¿Por qué se tiene miedo de tener un hijo y perder el empleo? ¿Dónde está la integración de la mujer en la vida laboral? ¿Por qué no se aborda con suficientes medios esta nueva realidad social y sí vendemos armas a Venezuela, Chile, etc. e incrementamos el gasto militar casi un 6% con respecto al año anterior?

Debe ser que ando un poco sensible. Digo yo. ¿ALguna idea?

Fin 2007

Fin 2007

Bueno, pues ya se acaba el Año, todo el mundo hace balance, promesas que no cumplirán y todas esas cosas.

En mi caso concreto, acabo el año con un pequeño sabor agridulce, pero bueno. Motivos varios.

El único deseo que me planteo para mí y los míos es SALUD y tenerlos muchos años más conmigo.

¡¡¡Que empiece bien el 2008!!!

A ver si os anima este tema

 



 

 

Manolo y Benito

Estoy teniendo algunos problemas con determinados elementos que añado al blog, que aún no he descubierto por qué no funcionan como deben, por eso hoy habrá poco de multimedia y más literatura, que de eso se trata.

Pasadas las primeras fiestas, salvadas con un aprobado raspado, me ha dado por reflexionar (para eso este blog trata de, precisamente, reflexiones) y pensar en algo muy simple pero que adquiere mucho valor cuanto más tiempo pasa. Me explico.

El día de Nochebuena, vinieron, entre otros, mis padres a casa para celebrarlo todos juntos. Como regalo de bienvenida, a mi padre le hice ayudarme a colocar unos focos en el techo del pasillo de casa. Entre risas y bromas, apriete de tornillos, empalme de cables y subir y bajar de escaleras, logramos colocarlos, dejándolo todo estupendo, la verdad.

¿Y por qué cuento todo esto? Pues porque con pequeñas cosas como estas consigo disfrutar de mi padre, por todo el tiempo que no he podido hacerlo porque se ha estado eslomando a trabajar para que yo ahora tenga una carrera, una profesión y un futuro gracias a su trabajo y sacrificio (junto con mi madre, claro, de la que hablaré otro día).

Recuerdo que, cuando era más pequeño, apenas le veía porque estaba todo el día trabajando, que si repartiendo fruta, en la fábrica, en el jardín… tenía mil empleos porque no llegábamos muy holgados a final de mes, y como cinco en casa son mucho para comer, pues no quedaba otro remedio.

Antes le reprochaba para mis adentros, que, después de trabajar, no quisiera quedarse en casa conmigo, pasando el resto de la tarde o ayudándome con las cosas del colegio, pero con el tiempo me he dado cuenta de que él también necesitaba un espacio en el que sentirse a gusto consigo mismo, dado que el trabajo sólo le reportaba preocupaciones y, en muchas ocasiones, más desgracias que alegrías.

Y ahora que se jubila, vive como un rey, que es lo que se merece. Y a mí me encanta, porque soy feliz viéndole vivir tan a gusto, tan relajado, sin preocupaciones por el dinero en casa, que ha sido su gran pena, sin saber en qué día vive o deja de vivir, porque le da igual… saca al perro, va al “desguace” a echar su billar, sus clases de informática, ... Quizás hubiera sido redondo si, en el pasado, hubiese hecho (o no) algunas cosas más que otras, pero, eso, forma parte del pasado, claro.

Después de casi cuarenta años y muchas cosas vividas, ahí siguen, los dos juntos. Ya no podrían estar el uno sin el otro, a pesar de los malos momentos vividos, lo cual, me hace sentirme aún mejor.

Pues nada, este post esta dedicado a ti, Papá. Para que sigan habiendo lámparas en casa que colgar, inodoros que cambiar, enchufes que arreglar y mil cosas más mientras podamos recuperar el tiempo perdido.


Te quiero.

Feliz Falsedad

Feliz Falsedad

Sí, soy un amargado de la Navidad, y? Pero no siempre lo he sido, que conste. Antes me encantaba la que había que organizar en estas fechas, la de gente que nos juntábamos en casa de mis abuelos y lo bien que lo pasaba. Murió mi abuelo y a tomar por todo. Desde ese 15 de Diciembre, la cosa cambió.

Empecé a darme cuenta del consumismo del que había formado parte (y del que, a día de hoy, sigo), de lo falso o, quizás, inestable, mejor dicho, que es todo, para que, faltando una persona, todo se vaya al traste. Además, después de estas fiestas, me he dado cuenta de que no sabemos escoger mejor momento para cagarla que en Navidad.

Qué gusto da estar con toda la familia y montar una bronca por menos de nada, así, como el que no quiere la cosa. y tu abuela diciendo: ¡Hijo, no discutáis! :gran frase donde las haya.

Además, aunque a nosotros ya no nos pasa (antes sí), eso de juntarte con esa parte de la familia que no ves en todo el año, que no te apetece ni coger el teléfono para ver cómo están o qué es de su vida, vas y la tienes justo en frente de ti, el día de Nochebuena, con un cordero descomunal (y su guarnición de patatas, claro). Son tópicos. Ya lo sé, pero es que no hay casa donde se precie una buena Navidad sin algún tipo de escena de mal gusto (a nosotros, este año, aunque ha sido más light que el anterior, también hemos tenido alguna, claro).

Vas a las tiendas y comercios y te entra una mala ostia que piensas: "esto que siento debe ser el Espíritu Navideño. Me dan ganas de dárselas a todos por igual", te metes en el Corte inglés y te atiborran a villancicos que te provocan acidez estomacal para el resto de las fiestas. ASí llegan luego a casa l@s dependient@s, de mala leche, montando el pollo en Novhebuena por tener que ver a familiares que no les apetece nada y aguantar chorradas de ellos, reprimiéndose de soltar un sopapo en un momento dado.

Y eso de la envídia sana: ¡UNA MIERDA! La envídia es envídia y punto. De sana no tiene nada, si no, no sería un pecado capital. Y si no: ¿has pensado en lo mal que te sienta ver las noticias en día de la Lotería de Navidad, cuando ves a la gente que sí le ha tocado un puñado de millones, brindando y contando en qué se lo van a gastar?? A que jode....

Pues eso: escucha la canción que te he dejado arriba y dime si, después de leer esto, sigues pensado igual.

Tema: Feliz Fasedad

Autor: Soziedad Alkoholika

 

 

 

¿ME AYUDAS?

¿ME AYUDAS?  

Ha dado la casualidad de que, hace unos días algo que he visto me ha suscitado una reflexión que me ha dejado un pelín inquieto. Es de esas veces en las que te planteas muchas cosas sobre ti mismo, sobre lo que haces o lo que no haces, en este caso, y te puedes llegar a sentir un poco mal, buscando consuelo en otras razones o argumentos que, a fin de cuentas, nos ayudan a vivir sin tanta agonía diaria. Me explico.

Durante la semana pasada, un documental que pudimos ver en la 2 (esa cadena que todo el mundo ve para parecer más interesante de cara a los demás y que ocupa un canal en el mando, nada más. Excepto cuando hay deportes, eso sí) producido por, creo recordar, Javier Bardem, y dirigido, dado que son distintas historias, por directores españoles afamados (Fernando León, Isabel Coixet, entre otros). Pues bien. Ha decidido la casualidad acompañar a este documental el hecho de haber ido al cine en busca de nada, dado que no tenía una idea preconcebida de lo que quería ver, y acabé (acabamos; mi mitad y yo) con Diamante de Sangre, del que, curiosamente, ya me habían hablado. Casualidad.

El tema está en que me ha removido algo que ya viene madurándose con el tiempo y, mira por dónde, empieza a coger forma. Es una idea ambigua, que te deja un poco descolocado si la piensas bien, pero que tendemos a no hacerle demasiado caso. Es el concepto de conciencia (moral. Y, de paso, consciencia), de nuestra presencia en esta vida, y la huella o no que dejamos en ella.

Supongo que más de uno habrá tenido la sensación, alguna vez, de a qué se dedica en el día a día. Cuando lo responde, se queda un poco inquieto porque la respuesta no convence demasiado. Es una especia de angustia, como de estar desperdiciando una vida plagada de posibilidades (horrorosas e increíbles), y de un conformismo que nos amordaza y maniata para que nos podamos sentir un poco mejor con nosotros mismos al no hacer nada por evitarlo o cambiarlo.

Buscamos excusas de todo tipo y, al final, quien suele ganar la batalla, es la rutina, que nos devuelve a la realidad que, por un momento, abandonamos, imaginando a cuánta gente en el mundo se podría ayudar si todos quisiéramos, si los que están entre ellos y nosotros, no quisiesen aprovecharse aún más y hundirles en la miseria (Intervida, último ejemplo).

Al final, nada cambia, y yo sigo con la misma sensación de querer y no querer, de hacérmelo fácil para no sentirme mal conmigo mismo. ¿Y tú? ¿Les ayudas?

 

G

¡FUEGO!

¡FUEGO!

(En memoria de “La mano invisible”) 

¡Qué tarde es, madre mía! Mañana no se levanta nadie a trabajar, pero es que quería reflejar algunas cosillas que me han venido a la cabeza, antes de acostarme (y mi mitad malita en la cama).  

Quería agradecer a un amigo en especial (al resto de componentes ya les conoceré) el haberme facilitado un fanzine que me provocado una agradable sensación. Lo han creado entre unos cuantos y, qué decir tiene, han trabajado duro para crear una idea al papel que me parece fabulosa. ¡Qué buena es la inquietud de pensamiento! 

Pues nada, Curro, para ti y tus redactores van estas palabras en el blog de esta noche. Ánimo con el nuevo trabajo de periodista (de aquí a Sábado Doce Vita, un paso!) y no dejes de mandarme los nuevos números de tan soberbio trabajo.  

P.D.: A veces envidio a los espíritus inquietos.  

P.D.II: Pediré permiso a los jefes para informaros sobre este fanzine

G

La vara de medir (II)

La vara de medir (II)

Quería intentar que en este blog no hubiese referencias políticas ni decantarme por una u otra ideología pero, es bastante complicado permanecer al margen de toda realidad de este tipo, y más en la sociedad mundial y nacional en la que vivimos.  

Se podría hablar de factores tan importantes como la globalización, que lo mueve todo y a todos, pero me gustaría enfocar de manera más concreta mi comentario de hoy sobre los acontecimientos políticos nacionales de estos días y dejar al margen los mundiales que a todos nos acechan. 

Al igual que en muchísimos otros contextos, la memoria frágil de la que dispone nuestra sociedad política, les hace caer en contradicciones constantes y, gracias a los medios de comunicación, podemos “disfrutar” de tan impresionante circo, prácticamente a diario.  Asistimos a ataques dialécticos, de cifras, manifestaciones multitudinarias (¿alguien sabe cómo se contabilizan los manifestantes de una concentración?) con un baile de asistentes de risa (la incompetencia, así como la estupidez, recordemos, no conoce límites. Tampoco a la hora de dejarse ver), descalificaciones que recuerdan a más de uno sus años en el colegio (os acordáis de la EGB??), con el rebota que en tu culo explota y el  y el y tú más de toda la vida, que te dejaba completamente desarmado.  

No me quiero extender porque es un tema que da para mucho, pero me asquea el panorama político de hoy en día. Cuando no es uno es otro y lo único que consiguen es que la olla de crispación que manejamos a diario los ciudadanos que nos metemos en el coche, en el metro, que vamos tranquilamente por la calle, tenga la presión a puntito de reventar.  

Un primer sondeo serán las elecciones municipales. Ya habéis decidido…??

G

La vara de medir

La vara de medir

Ayer hubo un partido de fútbol en el que alguien del público lanzó una botella contra el entrenador del equipo contrario, dejándolo inconsciente y mandándolo de cabeza al hospital. Hoy es noticia y portada en la gran mayoría de periódicos, de tendencia deportiva o no y no sólo de tirada nacional (véase http://www.iht.com/articles/2007/03/01/sports/soccer.php).  

A mí, lo que me deja alucinado de todo esto es la repercusión que tienen unas cosas y otras en los medios de comunicación y, por ende, en nosotros. Quizás no sean cosas comparables, pero,  ¿¿alguien se acuerda de dónde era la mujer que hace unos días murió quemada por su marido?? ¿o cuántas han sido las últimas víctimas civiles en Irak?. Lo más seguro es que sólo unos pocos puedan dar respuesta a estas preguntas. En cambio, aquí en España todo el mundo ya tiene una opinión formada para saber quiénes son los culpables, además del cafre que lanzó la botella, y lo que se debería hacer con ellos. Se considera algo inadmisible y que sobrepasa todos los límites de lo permitido que alguien, en un campo de fútbol (que, a veces, se habla de ellos como si se tratasen de iglesias o lugares sagrados donde cosas así son traídas por Lucifer para perturbar el desarrollo de un deporte tan noble como el fútbol), desee pagar su impotencia, rabia o complejo con el primero al que pille por medio y de esa manera, nada menos que con una botella.  

Nada que ver con la bengala que mató al chiquillo que fue con su padre a disfrutar del fútbol y se encontró con un petardo lanzado por otro animal (que sería de la misma familia que el de ayer) clavado en su pecho. Una verdadera tragedia, eso sí.  

Pero es que tenemos un mecanismo acojonante para eludir los problemas minimizándolos al máximo o, simplemente, obviándolos, para que no nos preocupen o tengamos que involucrarnos más de la cuenta en algo. Cuantas más mujeres mueren por los mal tratos (“malos tratos”, como muchos dicen), menos caso hacemos a la angustia que han vivido todas esas personas que han encontrado la muerte de manera bestial, a manos de la persona con la que se casaron (ése será otro debate). Cuantas más víctimas hay en Irak, menos interés mostramos ante una guerra que ya ha perdido la cuenta de los muertos de un lado y otro.  

Yo creo que ese mecanismo se basa en la cercanía. Vivimos los atentados del 11-M como nuestros, (sobre todo, y valga la redundancia, los que, directa o indirectamente, los sufrieron), como si a cada uno de nosotros nos hubiesen colocado esas bombas en nuestra propia casa. Los muertos que causa ETA son nuestra mayor preocupación, pero no echamos la vista un poco  más allá, un poquito más arriba y más lejos de nuestro ombligo.  

Está claro que no podemos interiorizar e involucrarnos con todo el dolor y sufrimiento del planeta. Nos volveríamos locos. Sólo trato de entender por qué necesitamos ser tan hipócritas con nosotros mismos para satisfacer nuestro egoísmo.