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DISTANCIA

Dice la RAE que es el espacio o intervalo de lugar o de tiempo que media entre dos cosas o sucesos, o bien, el alejamiento, desvío, desafecto entre personas. Es curioso que, algo físico, palpable, empírico, lo apliquemos de manera abstracta a las relaciones personales. Y que sea tan determinante.

Este concepto se puede aplicar en mil situaciones y aspectos cotidianos, como las distancias ideológicas, de perspectiva ante una misma situación, distancia emocional, donde dos personas se encuentran en puntos diferentes no concurrentes... Lo que yo me planteo es: ¿es posible vivir en la distancia la cercanía? Y al revés, ¿es posible vivir cercano a alguien y pensar que existe un espacio o intervalo de lugar que provoca el alejamiento, el desvío y, peor aún, el desafecto entre personas?

Sí, ya sé, esto suena a comedura de tarro metafísica total. Me ha parecido ocurrente y curioso empezar por el significado semántico de esta palabra para orientar el asunto de hoy en las relaciones personales, dado que, aunque nos pese, somos animales sociales que establecemos esa distancia.

Y ¿por qué la establecemos? En muchas ocasiones, ni nos damos cuenta de que lo hacemos. Creo que ahí entra nuestra parte subconsciente, que nos hace actuar de determinadas maneras y variar nuestro comportamiento siguiendo algún tipo de instinto. Para mí, el problema del instinto es que no se puede racionalizar, está ahí y funciona así, ya está. Acto de fe, a lo Santo Tomás. Pero, ya sea de una manera o de otra, el caso es que intentamos siempre rodearnos de distancia con los demás, quizás para proteger nuestro propio espacio personal, para movernos en intimidad y tranquilidad.

Lo hacemos con los amigos, con nuestros familiares, con los compañeros del trabajo. En cada momento, sin darnos cuenta. Y después nos pasamos la vida preguntando qué nos ha llevado a que haya tanta distancia entre nosotros, o cómo han cambiado las cosas para que exista ese espacio que nos separa y que, en muchas ocasiones, dejaremos que esté, sencillamente, ahí, y en otras, nos pasaremos la vida buscando los medios para reducirla a la mínima expresión, pudiendo llegar a dejar sin aire en el camino.

En fin, que somos un contrasentido con patas, y en nuestra esencia está destruirnos como especie, imponernos a los otros, predominar y crear un mundo de distancias que nos separen de los demás, hasta que, cuando ya estamos solos, es demasiado espacio el que tenemos que recorrer para volver, y muy poco el tiempo que nos queda para ello.

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